Junio del 2011
In Memoriam
Miradlos,
miradlos pastar en la ceniza
de nuestros esqueletos antiguos.
Roberto Obregón
El olvido es uno de los elementos del que se vale la añeja oligarquía guatemalteca, y ahora el resto de grupos rapaces, para mantener su dominio. Éste no es un olvido cualquiera. En otras latitudes, también los mercaderes locales de la vida se han valido del olvido como herramienta para silenciar. Lo que resalta del olvido guatemalteco es la saña violenta y el consecuente miedo con el que se ejecuta. Al asesinar a campesinos, obreros, estudiantes, profesionales, políticos, en fin, a lo mejor de la estirpe que daban estas tierras, echaban por suelo los cuerpos de nuestro pasado, e intentaban sepultar los sueños que motivaban el deseo de la organización consciente con tal de darle una sacudida a su historia, a su patria, a la que algún talento exiliado llamó con toda precisión su patria de criollo. El horror de esta experiencia obligaba a nuestros antecesores a voltear la vista al futuro.
Las constantes luchas contra esta distorsionada forma de entender la sociedad se dio de diferentes maneras. A veces se llamaban unionistas que botaban a un ya demente dictador; o eran anarquistas organizando los primeros sindicatos artesanales, justo en la década previa a la llegada de la siguiente aberración humana; o tal vez comunistas organizando la más grande federación obrera que haya existido en el país, como parte del fruto más preciado de la Revolución, como le llamó aquel valeroso Soldado del Pueblo; incluso agraristas construyendo por vez primera en la historia una organización rural de base con miras a erradicar, de un tajo, las relaciones serviles en las que los habían obligado a crecer; o finalmente guerrilleros, contra la invasión española, contra todas las elites de la Federación, o contra las dictaduras militares. Todos obligados a desaparecer físicamente y, algo que aún está en lucha, en nuestra memoria.
Contrario a lo que nos obligan creer, somos herederos, generación tras generación, de una rebelde raza que se ha negado constantemente a vivir en este estado de sumisión en la que nos encontramos, en este mismo instante y desde hace casi sesenta años, en nuestro pequeño y aguerrido país. En la lejanía de sus voces y consignas nos identificamos con sus deseos de transformar esta sociedad.
Los momentos para empujar a cambios profundos no se dan en todas las condiciones. Sólo en momentos en donde para una gran parte de la población la organización de la sociedad la ha orillado a la oposición y resistencia. No es difícil darse cuenta que este es uno de esos momentos. Las masacres a campesinos sin tierra en el Polochic, para cultivar productos agrícolas que serán no comida sino combustible para el imperio, es una expresión extrema de estos objetivos contrapuestos. Ricos millonarios se visten de seda y nos pretenden hacer creer que ellos, los mismos que antes nos asesinaban, pueden solucionar algo. Como lo decía uno de nuestros más grandes poetas del siglo pasado: «Arrancad sus vestiduras y máscaras/si son aquellos ofrecedores de mercadería/en las impostoras ferias/de nuestra historia, /envolviendo la fruta engusanada/u ocultando el puñal/bajo el relumbrante lenguaje fariseo».
La crisis es siempre un momento de incertidumbre, que muestra la fragilidad de una sociedad y sus formas de control. Esta fragilidad lleva a cuestionarla más abiertamente. Nada que no se haya dado antes en el país. Los años de1823, 1838, 1920, 1944, 1954, 1963, 1980 nos lo recuerdan. La pregunta central es ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde construir? La pregunta no la resolverá una persona, sino todos los que a lo largo del país hemos sido orillados a contraponernos a las elites de esta sociedad.
Hace 67 años una crisis del mismo signo se mostraba en nuestra sociedad. Con motivo del cercano día del 30 de junio, día en que la juventud sale y toma las calles para pintar y expresar sus descontentos y añoranzas, valdría la pena recordar cómo nuestros abuelos lucharon también en un momento de crisis por transformarse a sí mismos al modificar las relaciones sociales en las que se insertaban. En esos días, increíble como suena, los comunistas, el elemento más radical y disciplinado de ese momento, tenían la dirigencia de la federación obrera y campesina, y una fuerte y sincera relación con Árbenz. Tenían a su cargo las principales comisiones del Congreso de la Revolución, y comenzaban a ganar alcaldías. Pero más que todo, habían propiciado con los Comités Agrarios Locales un proceso de organización de los campesinos. Las flores en primavera se verían minúsculas y opacas ante semejante proceso de organización campesina e indígena, pero sobre todo de unificación en torno a un sueño común, a un objetivo compartido. La cosa se rebalsaba y tomaba una forma que distaba incluso de la que habían planeado los comunistas y Arbenz. Era la revolución desde el pueblo, desde abajo. La única revolución que va.
Lo que siguió todos lo conocemos. Eso sí nos lo enseñan. Pero hoy, al menos hoy y por los siguientes días, yo prefiero recordar lo que antes pasaba, los sueños que se construían, los lazos que se ataban, y las relaciones despóticas que se destruían. Esto lo hago sólo por una razón: porque en estos días no quiero sentirme más huérfano. Algún marxista guatemalteco dijo hace unos años que la memoria es una condición existencial, un diálogo entre la derrota y la rebelión. En estos días deseo pensar con ellos y con otros miles que cayeron con el mismo sueño en las manos. Porque así el olvido desaparece. La claridad en el camino que tenemos que seguir aparece ante nuestros ojos. La fuerza ya no es sólo de nuestras organizaciones, sino que es la fuerza de millones que se esconden tras nuestros gritos y consignas, que en nuestras acciones buscan redimirse. ¡¡Redimámoslos y marchemos con confianza y decisión en nuestro camino!!
Por los mártires y caídos
Por los sueños destrozados
Por su revolución
Por la revolución
José Marandí
Una revolución, más que cualquier otra cruzada, tiene que ser llevada hasta el final
Leon Trotsky
Aprended a ser profetas / sin hablar del futuro. / ¿No pertenecen / los sueños al presente?
Roberto Obregón
Comentarios
Mis calumniadores piratas telepáticos los hubiera vengado antes de calumniarme de prófugo mental pero los tales lograron calumniarme desde el año de 1,992 cuando yo tenía 21 años de edad hasta la fecha actual 2,016. Primero me calumniaron de prevaricador quien decían que era un payaso macabro que juega con la gente pero al aplicarme castigo sexual, entonces me calumniaron de violador sexual masoquista.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.