Hay una historia que
tenemos que dejar a nuestros hijos e hijas. Ojala que esta historia
se tome en cuenta y sirva para mostrar a los que están creciendo
ahora, qué es lo que nos ha pasado como pueblo. Contamos esta
historia porque tenemos la obligación de decirles lo que nos paso.
No queremos que la historia se repita. No queremos que siga la
marginalidad, la pobreza. Queremos que los poderosos quiten sus botas
de encima de nosotros.
Este tiempo que vivimos
ahora, parece algo similar a la guerra. No vivimos bien, no vivimos
en igualdad. Las autoridades no respetan nuestros derechos como
pueblos. Hay licencias concedidas para proyectos mineros e
hidroeléctricos, mientras que a nosotros, los pobres, nos están
quitando nuestras tierras. ¿Que futuro va a haber para nuestros
niños? en adelante los niños van a sufrir más que nosotros si esto
no cambia.
Estamos viendo camiones
que entran a la región pero no sabemos para qué. Tenemos que
informarnos si queremos hablar sobre una consulta popular, por
ejemplo, para que dejen de entrar las empresas. Si nos traen un
proyecto hay que preguntar quienes son, de dónde viene y qué
quieren.
Hay mucha explotación y
discriminación sobre nuestro pueblo. Los salarios son injustos, los
ricos se aprovechan. Los expatrulleros, exmilitares y los ricos
quieren seguir la persecución sobre la población. Nos han quitado
los ríos, los ambientes, la tierra, el agua, se han apoderado de
muchos de nuestros territorios
Ahora hay muchos muertos,
hay rumores de que vuelve a pasar lo que pasó antes. Lo que nosotros
queremos es luchar para que no sea así, ojala que sigamos luchando.
A veces se nos olvida todo lo que nos hicieron, algunos nos miran
buenos y sanos, pero no, estamos enfermos por las bombas, los tiros,
el hambre y el susto.
Nosotros como indígenas,
como pueblos, como pobres explotados y marginados no teníamos ningún
delito, no estábamos armados ni éramos comunistas, saber que era
eso de comunista. Eso lo decían los ejércitos como un engaño para
matarnos, para quitarnos la tierra, para que trabajáramos sin que
nos dieran un salario, de cortar caña y café.
Hoy nos dicen a las
personas que nos fuimos a las montañas por la persecución del
ejército, que fuimos guerrilleros, esto no esta bien, porque somos
de una misma familia. Por eso es importante que contemos nuestra
historia, que digamos qué pasó.
Nosotros, los ixiles,
somos un pueblo trabajador, no somos ladrones ni haraganes. Nos han
calumniado, por eso aclaramos a los otros pueblos y a todos los
jóvenes lo que sufrió el pueblo ixil. Queremos que el gobierno
sepa lo que nos pasó, porque estos fueron sus hechos, ellos le
hicieron este gran daño a todo el país.
Nos mataron, no les
importó si éramos niños, ancianos o mujeres; no les importó y nos
mataron. Hay que ver cómo son las cosas hoy y entonces vamos a ver
que ésta historia que nosotros contamos es una verdad, no es una
locura, ni un invento, es lo que vivimos y sufrimos.
La guerra comenzó porque
un grupo de población se levantó a exigir sus derechos, para hacer
un cambio, para vivir mejor, pero el Ejército no los dejó.
Antes no entendíamos
mucho, no sabíamos cómo surgió la guerra, cuando fue la violencia,
muchos éramos niños, estábamos muy jóvenes. Nunca pensamos que
nos iba a pasar algo como lo que nos pasó. Nuestros abuelos nos
decían que iba a surgir una guerra, pero no lo creíamos. De repente
se vino todo este dolor. Había rumores de que la guerra se iba a
engrandecer. No sabíamos que íbamos a pasar por todo este tiempo.
Hasta hoy nos damos cuenta de qué pasó. Esta es nuestra lucha
ahora, saber bien qué pasó y exigir justicia.
Cuando empezó la guerra
estábamos tranquilos, después nos vinieron a masacrar y a quitarles
la vida a nuestros hermanos. Nos huimos a las montañas, nos fuimos
a los huatales y nos vino el susto.
Las primeras llegadas del
ejército a las comunidades eran para preguntar por la guerrilla.
Eso fue como en el año 1980, la guerrilla ya existía y el ejército
los estaba persiguiendo. El ejército nos decía que los
guerrilleros estaban vestidos como soldados, que eran como ellos. A
veces llegaban a preguntar y se quedaban dos días, otras veces una
semana, nos preguntaban que si la guerrilla estaba cerca. Nosotros ya
teníamos entonces miedo de ir a trabajar.
El ejército nos decía
que tenían poder, que tenían una fuerza aérea y otra marina.
Impusieron un control sobre la población, nos hicieron sacar un
carnet militar, para hacernos legales. Al principio el ejército
llegó a reunirse con nosotros para ver si habían guerrilleros y
después empezaron a matar a la gente por puro gusto, sin acusarlos,
sin abogado, sin juicio.
Comenzaron matando a los
líderes. Persiguiendo sólo a los hombres, muchos ya no dormíamos
en nuestras casa, teníamos que dormir en los huatales, en el monte
escondidos por miedo a los soldados; las mujeres se quedaban en la
casa, pero después empezaron a matar a las mujeres también.
Empezaron también a quemar las casas. Tuvimos varios meses de entrar
y salir de la casa, pero se empeoró la cosa y nuestros padres nos
dijeron que había que buscar otros lugares para escondernos.
Fue una situación muy
dura para nosotras las mujeres sobre todo porque no teníamos derecho
a hablar, no como ahora que ya participamos y decimos nuestra
palabra, porque es nuestro derecho ser tomadas en cuenta. Las
mujeres ahora tenemos más información, ya podemos ser dueñas de la
tierra, siempre hemos luchado, por eso también fuimos perseguidas.
El ejército nos hizo
mucho daño. Nos acusaron de guerrilleros por igual a las mujeres,
los niños, los ancianos, a los bebes que están en el vientre que no
cargaban ni un arma. Ellos no respetaron los derechos de nadie, no
respetaron el origen de nuestro pueblo. Mataban a la gente a
machetazos, como si fueran ayotes, incluso a las mujeres embarazadas
las macheteaban en el vientre y le sacaban el hijo. También quemaban
a la gente, la echaban en el fuego. Así fueron las grandes
masacres, dónde los soldados violaban y mataban, ahí están las
pruebas, solo hay que ver todas las exhumaciones que ha habido.
En el tiempo de Lucas, el
plan que tenían era des aparecernos a toda la población. No lo
lograron porque nos fuimos a esconder a la montaña. Cuando llegó
Ríos Montt dijo que iba a haber amnistía pero fue una mentira ya
que empezaron más fuertes los bombardeos, la persecución. Pusieron
control de alimentos, no teníamos salud, no teníamos un doctor. El
sufrimiento que pasamos fue muy grande, no solo nosotros si no
también nuestros papas y mamas por causa de la represión. Eso nunca
lo vamos a olvidar, siempre lo recordamos, recordamos a nuestros
finados.
Todo lo que hicieron con
nuestras casas, con nuestros animales, nos lo hicieron a nosotros, es
por eso que nos tuvimos que salir a esconder. Antes había montaña
donde esconderse, el ejercito no sabia de los lugares. Ahora es muy
difícil si nos quisiéramos esconder, porque ya están acabando con
todo.
Muchos salimos a las
montañas, se nos quedaron muertos niños y mujeres. Nuestro pueblo
salió a defender la vida a las montañas. Allí sentimos la
persecución, los bombardeos, tuvimos que comer arbustos porque no
había comida. El pueblo sufrió de hambre, de necesidades, sin ropa.
Muchos murieron por la tristeza, también nos cayeron enfermedades
como el cólera, la disentería, la viruela. Los niños morían por
enfermedades que podían ser curadas. En seis meses, por ejemplo, se
murieron más de 300 niños por sarampión ¿qué culpa tienen estos
niños?
El ejército subía a las
montañas donde estábamos escondidos protegiendo la vida, a muchos
nos mataron, a otros nos capturaron para torturarnos, nos violaban a
nosotras las mujeres, nos llevaban a campamentos como Xemamatze,
donde nos trataban mal, y luego si un familiar nos llegaba a
reclamar, después de muchos malos tratos nos metían a vivir en
aldeas modelo, donde se vivía muy pobre, con mucho dolor y tristeza.
En esos lugares nos cambiaban el modo, no nos respetaban, nos
mantenían vigilados y amenazados.
Muchos niños fuimos
robados. Después que el ejército hacia masacres o persecuciones,
si encontraba niños a veces no los mató, se los robo para venderlos
a extranjeros o tenerlos en sus casas como esclavos. Otros niños
tuvimos más suerte y nos acogieron orfanatos de la iglesia católica,
ahí nos cuidaron y pudimos ser recuperados por nuestras familias,
algunos después de varios años.
Intentaron destruir
nuestra cultura, ya no hay la costumbre como antes, nos llevábamos
bien, teníamos una relación según nuestro modo de ser como pueblo
y aunque no la destruyeron por completo, la dejaron muy afectada.
Destruyeron nuestros símbolos y lugares sagrados. El ejército nos
dividió, hizo que nos peleáramos entre nosotros. Ahora estamos las
personas que huimos y las que fuimos capturadas, las que fuimos
obligadas a ser patrulla y a perseguir a nuestros propios hermanos.
Cuando nos fuimos a las
montañas para huir del ejercito y salvar la vida, tuvimos que dejar
nuestros terrenos, la tierra. Muchos se nos fuimos, como ya dijimos a
las montañas, a lo que luego fueron las Comunidades de Población en
Resistencia (CPR); otros nos fuimos a otras regiones del país como
la capital o la costa sur; algunos más salimos a otros países. Así
es como se dieron los grandes desplazamientos, el desarraigo del
pueblo ixil. Las tierras de muchos de nosotros fueron tomadas por
otras personas y no han querido, hasta ahora, devolvérnoslas. Nos
han robado nuestras tierras y no nos dejan posibilidad de
recuperarla, dicen que tenemos que pagar un abogado, estar con la
ley, pero esa ley no es nuestra, no la entendemos y no la podemos
pagar porque no tenemos posibilidades.
A otras personas el mismo
Estado nos robó la tierra, nos engañó y nos despojó de nuestros
territorios, así es el caso de Tzalbal, donde el ejercito nos obligó
a ser patrullemos y luego nos hizo firmar papeles para ceder al
Estado nuestro territorio. Ahora dicen que hay planes como la minería
para esa tierra. Hay otros casos, como el caso de Acul, La Pista,
Salquil, Amajchel y otros.
Aunque la paz se firmó
no se respetan aún nuestros derechos como pueblos indígenas.
Exigimos que caigan las personas responsables de tanta matanza, que
les llegue la justicia, que se castiguen, que la justicia no se quede
lenta, que se cumplan las leyes. Todos nosotros los luchadores que
somos gente humilde y con paciencia, no queremos que maten a los
responsables del genocidio, queremos que paguen por lo que sufrió
nuestro pueblo. ¡Queremos justicia!
Nosotros como
sobrevivientes, como luchadores por la justicia, queremos decirle a
los jóvenes, que es un momento para que se organicen, para que
conozcan su historia y defiendan su territorio, para que no permitan
que la historia del despojo, miseria y muerte se siga repitiendo como
ha sido hasta hoy, contra nosotros los pueblos indígenas.
Queremos decirle a los
militares, a los gobiernos, a los funcionarios del Estado, que dicen
que en Guatemala no hubo genocidio, que vean que la justicia es
posible, y que si su intención es acabar con los pueblos indígenas;
nosotros sabemos luchar y sabemos buscar justicia. Tenemos paciencia,
sabemos esperar; hoy pueden ver los procesos que hay contra los altos
mandos militares. La historia y la memoria de los pueblos nunca
mueren, regresa para hacer justicia.
Asociación Justicia y
Reconciliación –AJR– Nebaj, Mayo 2012.
fotografía por: http://cpr-urbana.blogspot.com/
fotografía por: http://cpr-urbana.blogspot.com/
Comentarios
Un abrazo para los miembros de la Asociación Justicia y Reconciliación.