Saludamos a nuestros Hermxs HIJOS e HIJAS y al Pueblo de Colombia, en su lucha por alcanzar la Paz con Justicia, Memoria y Verdad
Porque todos Somos H.I.J.O.S. E HIJAS
del despojo, del racismo, del colonialismo, pero también
de la resistencia, del amor y la
dignidad de esta América nuestra.
Desde esa historia y por esa historia,
que es nuestra, que nos pertenece nos entendemos como sujetos
políticos de transformación.
Porque no somos víctimas o efectos
colaterales de ninguna guerra, somos la memoria que se niega a
claudicar, somos la memoria hecha verbo, y la memoria que nos traerá
la posibilidad de un futuro digno, necesario y justo.
En Guatemala vivimos una guerra de
alrededor de 40 años.
La necesidad de imponer un proyecto
político-económico por las elites de poder tradicional y la
imposibilidad de mantener la resistencia armada por parte de los
movimientos revolucionarios, llevó al cese al fuego y posteriormente
la firma de los acuerdos de paz en 1996.
Luego de la violencia prolongada, se
logro establecer una agenda mínima de cambio, que buscaba una
salida política a lo que las armas no lograron.
Fueron tiempos de esperanzas y grandes
expectativas en la población.
Mientras cientos de exiliados y miles
de desplazados hacían el retorno, los combatientes se
desmovilizaban y regresaban a casa; mientras las esperanzas del
reencuentro y la posibilidad de que los derechos políticos fueran
restituidos, la oligarquía y el capital transnacional, a solo solo 9
meses de la firma de la paz, privatizaron los servicios públicos y
la mayoría de bienes del estado.
La paz fue un esfuerzo democrático en
un país de tiranías, aun así, los pueblos originarios y las
grandes mayorías empobrecidas fueron excluidas por el estado, y la
comandancia guerrillera no tuvo la capacidad de darles la voz y el
lugar dentro de los diálogos de paz. Pese a todo creímos en la
paz, soñamos por la paz.
Es por eso que esas grandes mayorías,
excluidas de los procesos de negociación de su futuro en condiciones
dignas, deben de tomar su papel histórico para no quedarse al
margen, para hacer oír su voz, sus historias, sus resistencias y sus
exigencias, para que ese futuro soñado con revoluciones, revueltas y
movilizaciones indígenas, campesinas, estudiantiles y populares sea
de todos y de todas.
Porque no ocupar esos espacios, es
callar, es contribuir a la negación de nuestras historias de vida y
resistencia tanto como negar la existencia de nuestros seres queridos
arrebatados por el terrorismo de Estado, y ellos, como nuestra
memoria, deben de estar siempre presentes, en todos lados, para
seguir construyendo una verdadera revolución.
H.I.J.O.S. Guatemala
No Olvidamos
No Perdonamos
No nos Reconciliamos
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