GENOCIDIO LOS PUEBLOS VAN A JUZGARTE

Por: Pilar Maldonado
En Guatemala, el país de las eternas negaciones, la vida se vive a sabiendas de que acá nada y todo pasa, siempre y nunca; sin embargo, esos nunca y esos siempre, esos nada y esos todo, residen bajo el pellejo de nuestra sociedad y transpiran indiferencia y dolor; asimismo, contribuyen a desvalorizar lo vivido por  quienes fueron golpeados por el genocidio en nuestro país, y, a reacomodar a los que son indiferentes y ajenos a este sufrimiento. 
La impunidad que se ha vivido en el país ante crímenes tan graves como lo es el genocidio, ha contribuido a crear condiciones que facilitan y perpetúan la existencia de ciertas características en nuestra sociedad que abren la puerta a un constante clima de discriminación y olvido.  Esta disputa por la memoria, crea condiciones facilitadoras para mantener el silencio en las víctimas, e invalida así su punto de vista acerca de lo sucedido.  Veta la posibilidad de visualizar la necesidad que existe de juzgar estos hechos para construir verdad, verdad para quienes fueron víctimas de esta violencia.
Además, la impunidad es uno de los factores que coadyuva el debilitamiento de la credibilidad de los miembros de la sociedad en la institucionalidad del Estado.  Este factor acrecienta el socavamiento constante de las bases ideológicas que mantienen el funcionamiento de dicho aparato “al servicio del pueblo”, y resulta en un manifiesto desinterés por una participación activa en la construcción de una memoria que permita apropiarnos de nuestro destino, en vez de dejarlo en manos de quienes no tienen intereses que coincidan con los de la mayoría de la población, cuyas necesidades insatisfechas (que aunadas a la represión y la violencia que sufrían, fueron catalizadoras para los treinta y seis años de guerra que se vivieron en el país) aún no han sido solventadas a pesar de que los Acuerdos de Paz fueron firmados hace casi quince años.        
La impunidad niega la verdad de muchos y muchas guatemaltecas, invisibiliza y desvaloriza a las víctimas directas de la guerra; permite que la crisis que dio origen al conflicto armado interno se mantenga, sin embargo, no aceptar la existencia de los horrores vividos en nuestro país, y las implicaciones que los mismos tuvieron, resultan en una falsa sensación de progreso que hace imposible abordar un problema tan complejo, ya que él mismo se plantea como inexistente.  Esa sensación y engalanamiento de un aparente “progreso” niega una y otra vez, la presencia de elementos básicos para la construcción de una memoria de carácter dinámico e incluyente, que contribuya a plantear formas de relacionarse y de convivir que estén enfocadas a preservar la dignidad de todos y todas.    

Por lo tanto, es necesario e imprescindible el reconocimiento y la difusión de la existencia innegable del genocidio que desestructuró no solo subjetividades, sino el tejido social completo; estos aspectos, son necesarios e imprescindibles como un primer pequeño gran paso para avanzar hacia la construcción de una memoria colectiva e incluyente, que coadyuve el proceso de restituir el valor de las personas, que se enfoque en dejar de negar y en construir una historia común a todos y todas, que nos permita avanzar hacia otros pasos, a apropiarnos de esa historia y convertirla en algo colectivo y nuestro con lo que nos sintamos identificados.  Necesitamos el grito, el alarido ese que sea nuestro, que abra las puertas a construir esa historia común, a permitirnos usar la verdad, la verdad nuestra por y para nosotros y nosotras, y que niegue de una vez por todas esa “verdad” que ha sido impuesta por los otros, los que nos mantienen divididos.  Solo esa verdad podrá ayudarnos a generar vida, solo esa verdad permitirá que avancemos hacia un horizonte reconociendo lo horrendo que ha sucedido, construyendo ideología, caminando hacia un nuevo país hecho por y para todos y todas.  Y esa verdad sin duda alguna, se encuentra estrechamente ligada a la necesidad de emitir juicios y condenas, porque sin justicia se sigue negando la posibilidad de dignificar a los caídos y a sus sobrevivientes… porque sin justicia se continúan atropellando derechos, porque sin justicia no hay verdad, porque sin justicia no hay unidad, porque sin justicia definitivamente no hay memoria… 
JUICIO Y CASTIGO PARA LOS GENOCIDAS

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