El 2 de
marzo de 2012 pintaba un día cualquiera para los que extraen de la
tierra el sustento de nuestra vida como pueblos, un día cualquiera
amanecía para los que amenazan de muerte a la Madre Tierra, un día
como cualquiera para los que juegan a la guerra y despojan
territorios. Pero en La Puya, el 2 de marzo no fue un día
cualquiera, fue un día grande y hermoso para la resistencia de
nuestros pueblos. El 2 de marzo se marca en la Puya, san José del
Golfo, del departamento de Guatemala el inicio de una hermosa
resistencia.
Silenciosamente
una empresa extractora de metales (Kappes Cassiday & Associates –
“KCA” – Exmingua S.A) se instala en el corazón del país,
buscando la explotación de minerales, en una veta que va de el norte
del departamento de Guatemala hacia el oriente del país, en los
departamentos de Santa Rosa y Jalapa. A dos años de dar comienzo
la exploración mineral, los pobladores sospechan lo que se les viene
encima. Con el apoyo de organizaciones y colectivos ecologistas
logran descubrir el mal que se fragua en sus tierras. Inician
campañas de información, investigación y concientización. Crece
la molestia de los pobladores, la incertidumbre y el rechazo. Pero
nadie con poder de detener el mal les escucha, ni una sola autoridad
de la región atiende los reclamos y rechazos a la extracción
minera.
Ese 2 de
marzo una joven mujer, de unos 29 años de edad aproximadamente, se
conduce de su comunidad en los lindes entre San Pedro Ayanpuc y San
José del Golfo, cuando justo al paso de la entrada a la mina en la
Puya, ve acercarse a los mineros y sus máquinas de destrucción
masiva. La fuerza milenaria de un pueblo bravo y valiente se apodera
de ella, atraviesa su carro en la entrada de la mina para ponerle
freno al “proyecto civilizatorio”. Así inicia la resistencia
pacífica que llevan a cabo los pobladores de San Pedro Ayanpuc y San
José del Golfo.
Hombres,
mujeres, niñas y ancianos, resisten por la vida y en defensa de su
territorio circundado por la muerte, porque muerte es lo que trae
para nuestros pueblos la extracción de minerales. La exigencia es
una sola: ¡No a la mina!, bajo ninguna forma y en ninguna
circunstancia. Su resistencia es pacífica, acorde a sus creencias,
a sus modos y costumbres: una capilla improvisada con imágenes
católicas guarda sus almas del ángel de la muerte. Niños y niñas
jugando, mujeres afanosas en el cuido de los suyos preparan alimentos
y cuidan amorosamente a los que resisten. Historias y cuentos
nocturnos narran las memorias y vidas de los pueblos, ese es el
panorama que nos ofrece La Puya a cuantos nos acercamos a compartir
de ese amor a la vida.
La Puya
en resistencia exige pacíficamente el retiro definitivo de la mina,
y lo hace bien, como debe de ser: exige una consulta comunitaria de
buena fe, informada, crítica y conciente. Pero la consulta no sólo
les es vetada; tanto los empresarios como las diferentes autoridades
competentes han amenazado la vida de los y las que resisten. Las
campañas de desprestigio y difamación colman de desinformación a
la población. Los empresarios amenazan, insultan y hacen uso de
perversidad y violencia, llegando inclusive a atentar contra la vida
de Yolanda Orquelí, una de las dirigentes más activa de la
resistencia. Sin embargo y pese a todo, La Puya sigue en pie de
lucha, La Puya ni se va, ni se vende, ni se rinde.
A finales
del mes de octubre y gracias a la presión social, el alcalde de San
Pedro Ayampuc accede a la consulta comunitaria. El 7 de noviembre se
celebra un foro informativo en el campo de fútbol de San José del
Golfo, en donde a pesar de la propaganda terrorista de la empresa,
asisten más de 700 personas. Para el jueves 15 de noviembre se
prepara una reunión multisectorial para acordar los modos y formas
de la consulta que se realizará en el mes de febrero del 2013. Pero
como de sobra nos han demostrado los empresarios nacionales y
extranjeros y sus asesores de seguridad (militares retirados como el
coronel Mario Figueroa), no están dispuestos a renunciar a la
consolidación del proyecto económico y militar de despojo a
nuestros pueblos.
Es así
como, el día de hoy 13 de noviembre, exmilitares, empresarios, y 70
mineros de las comunidades aledañas se presentaron amenazantes desde
las 7:30 de la mañana exigiendo que el retiro de los pobladores, es
decir, el fin de la resistencia comunitaria. Vestían trajes y
cascos de mineros, portaban dos escuetas mantas, tenían su día
pagado y como meta la provocación e incitación a la violencia.
Antimotines
esperaban pacientes en los alrededores de la cabecera municipal de
San José del Golfo, a que la resistencia cediera y la violencia
estallara para avanzar y hacer su trabajo: reprimir al pueblo
organizado. Pero los pobladores en su sabiduría y experiencia no
cedieron, supieron guardar celosos y pacíficamente las puertas de
lucha, la defensa de su vida: entrelazados en cadenas humanas
guardaron pacientes resistiendo los gritos, insultos, quejas y
amenazas de los mineros. Les tiraron agua, les escupieron, pero
ellos y ellas supieron resistir. Por hoy vencieron, los mineros y sus
amos se retiraron a las 4:30 de la tarde. Dos mil personas llegaron
a concentrarse en La Puya, por la defensa de la vida. Para las 8:00
de la noche, 800 personas seguían resguardando las puertas de la
mina.
Se espera
que el día de mañana el oprobio se repita. Pero mañana, como
desde el 2 de marzo, La Puya resiste. ¿Y vos, qué vas a hacer
ante el despojo? ¿Vos te vas a quedar impávido mientras usurpan y
despojan nuestros territorios? La puya te espera, recordá que todos
y todas somos el pueblo guatemalteco. La muerte de uno, es la muerte
para todos. Defendé la vida, lucha por nuestros territorios.
Coronel Mario Figueroa, asesor de la mina |
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13 de Noviembre en La Puya |
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