Los diccionarios definen
Genocidio como: Exterminio o eliminación sistemática de un grupo
social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de
nacionalidad1,
atribuye su etimología al griego, mientras otros lingüistas lo
atribuyen al latín, sin embargo todos coinciden de una u otra forma
que es el exterminio del origen.
Pero ¿Por qué un grupo
quería exterminar a otro? ¿Por qué un grupo o colectivo humano
querría destruir el origen de otro? Marta Casaus define el racismo
como: La valoración generalizada y definitiva de unas
diferencias, biológicas o culturales, reales o imaginarias, en
provecho de un grupo y en detrimento del otro, con el fin de
justificar una agresión y un sistema de dominación. Estas actitudes
pueden expresarse como conductas, imaginarios, prácticas racistas o
ideologías que como tales se expanden a todo el campo social
formando parte del imaginario colectivo2.
En esta línea de ideas,
el genocidio no es más que el último recurso de un grupo, por
someter a otro, por imponerle su forma de ver, pensar, sentir, en
favor de sus intereses económicos. El genocidio es el recurso del
miedo, para destruir un modo, a favor de una hegemonía económica y
política.
Lo que hoy se conoce como
la República de Guatemala, es un territorio conformado por distintos
pueblos y comunidades que se originaron en tiempos anteriores a
nuestra era por tanto, pueblos conformados antes de la invasión y
posterior colonización iniciada en 1524. Pueblos que han mantenido
modos propios y concepciones de ver y entender el mundo. Con la
colonización estos pueblos fueron asesinados, perseguidos,
concentrados, con el fin de someterlos e imponerles la forma y modo
del colono, y sacar de ellos todo el provecho económico y político
a favor del colonizador.
Pese a los intentos de
aniquilación, persecución y sometimiento, los pueblos de Guatemala
han mantenido resistencias económicas, políticas y culturales a las
del invasor, configurando así nuevas identidades, refundado una y
otra vez el origen físico y cultural que el colono destruyó.
El poder criollo y
patriarcal ha instaurado a fuego y sangre el genocidio, como la
máxima expresión de su impotencia ante las resistencias de las
diferencias. El genocidio no se implementa únicamente en la muerte
de miembros de un grupo, es crear las condiciones para la
desaparición total o parcial del grupo, el genocidio es el despojo
de tierras, la imposición de megaproyectos, el cierre de espacios
de expresión de las propias formas culturales, así como la
destrucción misma la cultura, el genocidio se implementa en la
creación de mecanismos para que de una u otra forma el otro grupo
sea sometido hasta ser desaparecido o absorbido por el grupo que
pretende la dominación.
La violencia de hoy se
deriva y tiene relación con la violencia de ayer, con los diferentes
genocidios. El poder no han sido capaz de resolver las causas que
provocan el estallido de las resistencias a sus imposiciones. Un
ejemplo de esto son las maras, quienes habitan territorios que sus
abuelas, padres, madres, tíos o personas cercanas, que por haber
sufrido las políticas genocidas de manera directa, tuvieron que
ocupar, tras haber sido desplazada de sus comunidades durante la
guerra, cuando ellos ni siquiera habían nacido. La concentración en
la que se reubicaron, evidencia la continúa y sostenida incapacidad
de los gobiernos y el poder económico para resolver resistencias a
sus políticas genocidas, ahora viven hacinados, sin acceso a
servicios básicos, educación, cultura, historia y memoria,
expresando en la sociedad la violencia a la que han sido sometidos.
El genocida hoy se queja
de la sociedad que creó. Quien planificó, financió y ejecutó los
genocidio (y no solamente el de los años 80), quien ha reordenado
territorios, quien ha destruido culturas, modos, quien ha usurpado
memorias e historias, quien ha inventado subjetividades e impuesto
símbolos nacionalistas falsos, hoy regresa a los pueblos la
responsabilidad de la miseria, miedo, impunidad, violencia,
inseguridad. El mismo que hoy nos llama terrorista, el que antes nos
llamó animales sin alma, el que nos tildo de comunistas para
justificar la barbarie, hoy marcha de blanco por esa sociedad que él
mismo creo.
Me llamo Ana, Hugo,
Ricardo, Erick, Silvia, María, Jacinto, Juan, Pilar, Cecilia,
Jacobo... tengo 17, 19, 20, 25, 29, 37 años y Soy Víctima del
Genocidio, por los que no están y nos faltan, por la pobreza, el
silencio, el miedo, la impunidad, por la injusticia, por el cierre de
espacios, porque una y otra vez intentan destruir mi origen, mi
identidad, pero también porque una y otra vez refundo mi origen,
recreo mi identidad, resisto, no me callo. Hoy tenemos una sentencia
por Genocidio que un tribunal constitucional emitió tras escuchar el
testimonio de casi cien testigos de la barbarie, sentencia que la
Corte de Constitucionalidad anulo regodeándose en la impunidad, pero
que cada día se legitima en la voz de los pueblos que pese a las
políticas genocidas continuadas seguimos vivas y vivos, seguimos
creando y recreando culturas y memorias, hacemos historia.
Todos Somos H.I.J.O.S. De
una misma Historia
Ni Olvido, Ni Perdón
H.I.J.O.S. Guatemala Junio
2013
1Dicccionario
de la Real Academia Española de la Lengua.
http://lema.rae.es/drae/?val=genocidio
2
Casaus Arzú, Marta Elena, FyG editores. 1Era ed. Guatemala 2008.
p.13
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